B o n f i l i o

Como descienden …

DIOS SE HIZO POBRE POR NOSOTROS

DIOS SE HIZO POBRE POR NOSOTROS,

PARA ENRIQUECERNOS

CON SU POBREZA LLENA DE AMOR

Benedicto XVI

Es oportuno intentar establecer un “círculo virtuoso” entre la pobreza “que elegir” y la pobreza “que combatir”. Aquí se abre una vía fecunda de frutos para el presente y para el futuro de la humanidad, que se podría resumir así: para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y amenaza la paz de todos, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales. Más concretamente, no se puede combatir eficazmente la miseria, si no se hace lo que escribe san Pablo a los Corintios, es decir, si no se intenta “hacer igualdad”, reduciendo el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario. Esto comporta elecciones de justicia y de sobriedad, elecciones por otra parte obligadas por la exigencia de administrar sabiamente los limitados recursos de la tierra. Cuando afirma que Jesucristo nos ha enriquecido “con su pobreza”, san Pablo nos ofrece una indicación importante no solo desde el punto de vista teológico, sino también en el plano sociológico. No en el sentido de que la pobreza sea un valor en sí mismo, sino porque es condición para realizar la solidaridad.

Queridos hermanos y hermanas, pienso que la Virgen María se hizo más de una vez esta pregunta:

¿Por qué Jesús quiso nacer de una chica sencilla y humilde como yo? Y después,

¿por qué ha querido venir al mundo en un establo y tener como primera visita la de los pastores de Belén?

La respuesta María la tuvo plenamente al final, tras haber puesto en el sepulcro el cuerpo de Jesús, muerto y envuelto en lienzos (cfr Lc 23,53). Entonces comprendió plenamente el misterio de la pobreza de Dios.

Comprendió que Dios se había hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza llena de amor, para exhortarnos a frenar la voracidad insaciable que suscita luchas y divisiones, para invitarnos a frenar el ansia de poseer y a estar así disponibles a compartir y a la acogida recíproca.

A María, Madre del Hijo de Dios hecho hermano nuestro, dirigimos confiados nuestra oración, para que nos ayude a seguir sus huellas, a combatir y vencer la pobreza, a construir la verdadera paz, que es obra de justicia. A Ella confiamos el profundo deseo de vivir en paz que sube al corazón de la gran mayoría de las poblaciones israelí y palestina, una vez más puestas en peligro por la intensa violencia desatada en la franja de Gaza, en respuesta a otra violencia.

También la violencia, también el odio y la desconfianza son formas de pobreza -quizás más tremendas- “que combatir”. ¡Que éstas no se extiendan!

zenit.org

 

enero 8, 2009 Posted by | General | Deja un comentario

Agudizar la visión

 

Hay que agudizar la visión

para destacar siempre lo bueno,

sin ignorar lo malo,

porque ahí está la obra de Dios.

  

noviembre 28, 2008 Posted by | General | | Deja un comentario

La crisis, como momento de crecimiento.

 

Lluvia y nieve de los cielos

Eyipantla

 

AMOR PURIFICADO,

MADURADO, REFORZADO

Benedicto XVI

www.zenit.org

 

En nuestros días la separación y los divorcios se han convertido en una emergencia muy sentida.

 

Toda crisis, de hecho, nos lo enseña la naturaleza, constituye el paso a una nueva fase de la vida. Si bien en el caso de las criaturas inferiores esto sucede de manera automática, en el ser humano implica la libertad, la voluntad y, por tanto, una «esperanza más grande» que la desesperación.

 

La crisis, por tanto, concebida como momento de crecimiento. Desde esta perspectiva se puede leer la narración de las bodas de Caná (Juan 2, 1- 11). La Virgen María se da cuenta de que los esposos «ya no tienen vino» y se lo dice a Jesús. Esta falta de vino hace pensar en el momento en el que, en la vida de pareja, termina el amor, se agota la alegría y se derrumba el entusiasmo del matrimonio. Después de que Jesús transformó el agua en vino, felicitaron al esposo pues, según decían, había guardado hasta ese momento «el vino bueno». Esto significa que el vino de Jesús era mejor que el anterior. Sabemos que este «vino bueno» es símbolo de la salvación, de la nueva alianza nupcial, que Jesús ha venido a realizar con la humanidad. Y precisamente de ésta es sacramento todo matrimonio cristiano, incluso el más frágil y vacilante, y puede encontrar, por tanto, en la humildad la valentía para pedir ayuda al Señor. Cuando una pareja en dificultad o –como demuestra vuestra experiencia– incluso ya separada, se encomienda a María y se dirige a Aquél que ha hecho de los dos «una sola carne», puede estar segura de que la crisis se convertirá, con la ayuda del Señor, en un momento de crecimiento, y que el amor quedará purificado, madurado, reforzado.

 

 

Benedicto XVI

JESÚS HA RESUCITADO
PARA SER EL SEÑOR DE LOS VIVOS
Y LOS MUERTOS,

NUESTRO SALVADOR
(cfr Rm 14,9; e 2 Cor 5,15) (cfr Rm 4,25)

Todo esto está cargado de importantes consecuencias para nuestra vida de fe: estamos llamados a participar hasta en lo más profundo de nuestro ser en todo el acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo. Dice el Apóstol: hemos «muerto con Cristo» y creemos que «viviremos con él, sabiendo que Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él (Rm 6,8-9). Esto se traduce en un compartir los sufrimientos de Cristo, como preludio a esa configuración plena con Él mediante la resurrección, a la que miramos con esperanza. Es lo que le ha sucedido también a san Pablo, cuya experiencia está descrita en las Cartas con tonos tan precisos como realistas: «y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión de sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Fil 3,10-11; cfr 2 Tm 2,8-12). La teología de la Cruz no es una teoría – es la realidad de la vida cristiana. Vivir en la fe en Jesucristo, vivir la verdad y el amor implica renuncias todos los días, implica sufrimientos. El cristianismo no es el camino de la comodidad, es más bien una escalada exigente, pero iluminada por la luz de Cristo y por la gran esperanza que nace de Él. San Agustín dice: a los cristianos no se les ahorra el sufrimiento, al contrario, a ellos les toca un poco más, porque vivir la fe expresa el valor de afrontar la vida y la historia más en profundidad. Con todo sólo así, experimentando el sufrimiento, conocemos la vida en su profundidad, en su belleza, en la gran esperanza suscitada por Cristo crucificado y resucitado. El creyente se encuentra colocado entre dos polos: por un lado la resurrección, que de algún modo está ya presente y operante en nosotros (cfr Col 3,1-4; Ef 2,6); por otro, la urgencia de insertarse en ese proceso que conduce a todos y a todo a la plenitud, descrita en la Carta a los Romanos con una audaz imaginación: como toda la creación gime y sufre casi los dolores del parto, así también nosotros gemimos en la esperanza de la redención de nuestro cuerpo, de nuestra redención y resurrección (cfr Rm 8,18-23).

En síntesis, podemos decir con Pablo que el verdadero creyente obtiene la salvación profesando con su boca que Jesús es el Señor y creyendo con el corazón que Dios lo ha resucitado de entre los muertos (cfr Rm 10,9). Importante es sobre todo el corazón que cree en Cristo y que en la fe «toca» al resucitado; pero no basta llevar en el corazón la fe, debemos confesarla y testimoniarla con la boca, con nuestra vida, haciendo así presente la verdad de la cruz y de la resurrección en nuestra historia. De esta forma el cristiano se inserta en ese proceso gracias al cual el primer Adán, terrestre y sujeto a la corrupción y a la muerte, va transformándose en el último Adán, celeste e incorruptible (cfr 1 Cor 15,20-22.42-49). Este proceso ha sido puesto en marcha con la resurrección de Cristo, en la que se funda la esperanza de poder entrar con Cristo también en nuestra verdadera patria que está en el Cielo. Sostenidos por esta esperanza proseguimos con valor y alegría.

De la catequesis del miércoles 5 de noviembre de 2008

(ZENIT.org)

 

 

septiembre 26, 2008 Posted by | General | | 1 comentario